Exposición Iberoamericana de Sevilla 1929

Exposición Iberoamericana de Sevilla (año 1929), inaugurada el 9 de mayo de 1929 y clausurada el 21 de junio de 1930, ha sido uno de los hechos más importantes de principios del siglo XX para la ciudad de Sevilla. Desde que en 1909, Luis Rodríguez Caso hiciera pública su idea de celebrar en Sevilla una Exposición Internacional Hispano-Ultramarina, una Exposición Internacional España en Sevilla o una Exposición Internacional Hispano-Americana, hasta la fecha de su materialización transcurrieron veinte años, tiempo más que suficiente para perfilar sus contenidos temáticos (agricultura, industria, comercio y cultura), constituir los órganos directivos que gestionaron la exposición y determinar qué países o regiones participarían en el evento.

 

La idea de realizar un Exposición internacional en Sevilla, nació en 1909, propuesta por el comandante de artillería Luis Rodríguez Caso. La idea de Caso tuvo una gran acogida y el evento debía servir como puerta para abrirse a nuevas corrientes externas y animar al Estado para una modernización que era necesaria de cara al futuro, entre sus objetivos estaban los de reforma urbanística, fomentar el turismo, resucitar la fama de la ciudad, creación de puestos de trabajo y mejora económica así como entablar y mejorar la relaciones con países americanos.

Lo más destacable de aquella manifestación hay que buscarlo en el urbanismo, Sevilla en aquellos momentos se encontraba muy atrasada en comparación con el resto de ciudades y países que participarían en la exposición, los problemas más acuciantes eran los relativos al ensanche de la ciudad, el alcantarillado, la pavimentación, agua, luz, viviendas y hoteles.

En principio la exposición estaba prevista para el 1 de abril de 1911, después se retrasó hasta 1914, coincidiendo con la Corta de Tablada, pero problemas de carácter internacional como la irrupción de la Primera Guerra Mundial o los problemas en el Marruecos español, unidos a problemas internos en cuanto a la gestión del evento lo fueron retrasando hasta 1929 en las postrimerías de la Dictadura de Primo de Rivera. La exposición fue plataforma para personajes que sin su aportación no hubiera podido celebrarse el acontecimiento: Luis Rodríguez Caso, Aníbal González (arquitecto regionalista) o Torcuato Luca de Tena (fundador de ABC).

En esta época Albacete y Murcia estaban unidos en una única provincia, por eso que compartían el pabellón.

En febrero de 1928, fue solicitado al Comité de la Exposición una parcela de 1.550 m2, en la intersección de las Avenida de Panamá con la del Salvador y junto a las parcelas de los Pabellones de Córdoba y Valencia. En junio fue presentado el proyecto con la intención de tenerlo terminado para febrero de 1929. 

 

A requerimiento de la Junta de Patronato del Museo de Bellas Artes de Murcia, en 1926 se presentaron a concurso abierto, varios proyectos para el Pabellón Regional que habría de representar conjuntamente a las provincias de Albacete y Murcia, consiguiendo el primer premio el presentado por los arquitectos Aníbal Álvarez y Martínez Chumilla.

El pabellón del Reino de Murcia, comprendía las provincias de Albacete y Murcia, entre ambas Diputaciones aportaron 300.000 pesetas, importe que se había presupuestado para la construcción de edificio representativo. 

El proyecto ganador diseñado por los arquitectos madrileños Manuel Martínez Chumilla, músico y crítico de arte y Ramón Aníbal Álvarez, consistía en un casa señorial del siglo XVII con torre. Para la realización de éste, se habían inspirado en las casas-torres, que son las viviendas representativas del paisaje murciano. 

 

 

Interior del recinto

No obstante este término engloba a las casas de labor que preside una finca, y que aglutina por un lado la vivienda con vínculo urbanístico y por otro los anexos, que en la mayoría de los casos tienen tanta importancia como el espacio habitable, y que sirve para la ganadería y el cultivo. La denominación de estas casas solariegas como “torres” no tiene nada que ver con su forma específica como tal; el nombre se le adjudicó en función en la escala y valor social, de este modo a partir del siglo XVI todas las casonas grandes con o sin torre, que fueran centro de una propiedad y que perteneciera a una familia principal, llevarían esta denominación.

Interior del recinto

 

La torre como construcción esta adaptada a una doble actividad, la sedera y la agrícola. Y su espacio más representativo es la cámara o “andana”, ubicada en el piso superior, donde se criaban los gusanos de seda y se guardaba la cosecha. Esta actividad fue la principal fuente de ingreso de las familias hasta mediados del siglo XIX. 







Su morfología se caracteriza por una planta cuadrada o rectangular, los muros de mampostería trabada con cal ó técnica mixta con ladrillo. Los ángulos y huecos están subrayados con ladrillo visto o piedra, rematando el conjunto una cornisa enlucida con yeso y alero tipo aragonés. Presenta aperturas en los cuatro frentes, con distribución simétrica. Sobre la puerta principal aparece el escudo familiar, en lo que se refiero a la zona de vivienda. Con respecto a las construcciones anexas, como el patio, el corral para animales domésticos y los almacenes para los aperos de labranza y grano, son los elementos que integran la torre en el medio agrario, y se instalan en uno de los laterales o adosados a la parte posterior de la casa.

 

Con respecto a las características del pabellón albaceteño-murciano, su fachada de ladrillo visto, se situaba en la Avd. del Salvador, y se organizaba con esquema barroco 3X2 y ático de arcos ciegos pinjantes, entre los que se alojaban ventana cuadradas. En el edificio se diferencian perfectamente dos espacios, uno correspondiente a la casa-torre, descrita antes, delimitado por las zonas de ladrillo visto donde se encuadraba la fachada principal, de mayor altura con tres plantas y torreón adosado y, otro correspondiente a los anexos, cuya altura es mas baja, de solo una planta en casi todo su desarrollo, con paredes blancas a modo de arquería, alrededor de un patio interior, que divide ambos espacios, y que se situaba en la parte trasera del edifico, con acceso independiente frente al Pabellón de Maquinaria, Metalurgia y Derivados. El total de la superficie construida fue de 1.440 m2

  En el jardín se construyó complementariamente una edificación de caña, como las de las huertas Murcianas.

En este pabellón a demás de la de carácter cultural con esculturas de Salcillo, se exhibían productos de la huerta murciana, conservas, pimentón así como un estudio de la cría del gusano de seda, Esta actividad era, en la Región de Murcia, una de las principales fuentes de ingresos familiares, marcó esencialmente la estructura de esta vivienda en cualquiera de sus tipos.

Caracterización de campesinos de Albacete y Murcia











Según el catálogo tomaron parte en la muestra diez y nueve expositores, entre ellos el Gremio de exportadores de Pimentón que presentó un extenso recetario de platos regionales españoles con pimentón incluido y la Escuela Industrial de Cartagena. Así mimo se publicó una obra sobre las procesiones de Semana Santa de Lorca y se expusieron piezas bordadas de incalculable valor como El Reflejo, San Juan y María Magdalena, El Ángel Velado y el Medallón.

Como vemos todo el trabajo, siendo un pabellón al 50 % de Albacete y el 50% de Murcia tiene gracia que prácticamente sólo se versase todo alrededor de Murcia, esto demuestra que era la que cocia las castañas en la época, con una auténtica ofuscación hacia Albacete, esto era como norma general en todo y esto es una muestra mas de la animaversion ganada a pulso de los albaceteños contra los murcianos durante toda su historia...

Fuentes....

 

Wikipedia

Juan José Cabrero Nieves

http://exposicioniberoamericanadesevilla1929.blogspot.com.es/2010/04/pabellones-regionales.html


Universidad de Castilla la Mancha

Gracias a Agustín Martínez por pornerme al corriente de esta fantástica entrada..